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18 Por tanto, oíd, naciones, y entended, congregación, lo que sucederá.

19 «Oye, tierra:
Yo traigo el mal sobre este pueblo,
el fruto de sus pensamientos,
porque no escucharon mis palabras
y aborrecieron mi Ley.
20 ¿Para qué me traéis este incienso de Sabá
y la buena caña olorosa de tierra lejana?
Vuestros holocaustos no son aceptables
ni vuestros sacrificios me agradan.»

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